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MUNDIAL

El abuso contra la mujer

Roberto Torres Collazo
Colectivo de Latinas Y Latinos Por El Cambio Social, EEUU.

Es muy frecuente que cuando se habla del abuso o violencia contra la mujer se describa mayormente en términos del abuso o violencia física contra la mujer. Pero muy poco se habla, analiza y discute la violencia psicológica contra la mujer. Quizas porque éste último no deja marcas, moretones y citatrices fisicamente visibles y resulte difícil probarlo en una corte. Pero el abuso psicológico puede dejar marcas, moretones, heridas y cicatrices en el foro interno de la persona que pueden afectar adversamente el bienestar mental de quien sufre el abuso verbal.

Desde el punto de vista emocional se abusa de la mujer al decirle a la mujer lo que tiene que hacer, cuando se le ridiculiza en público y en privado, no se le respeta sus derechos, se le insulta, se le cela, se le controla su manera de vestir, el dinero, se le grita, amenaza, hostiga, cuando él solamente toma las decisiones, no la deja trabajar o estudiar, la controla, domina su pareja, menos valoriza su inteligencia y no la deja opinar en asuntos que son supuestamente cosas de “hombres”. Creer erroneamente que la mujer nació para cuidar los niños y niñas, limpiar, servir a su marido y estar en la casa. Son algunas de las muestras de violencia psicológica contra la mujer.

Hay cientos y miles de maneras de abusar psicologicamente. Un ejemplo de ello es una pareja a quien conocemos que llamaremos “Carlos” y “María”. Estuvieron juntos 14 años. A comienzo, como casi siempre todo muy bonito. Carlos y María parecían dos almas gemelas, todo lo realizaban juntos, se veían en público bien enamorados, tal para cual. Eran inseparables. Despues llegaron sus tres bellos hijos y comenzaron a cambiar las cosas: aumentaron las responsabilidades como padre y madre, llegaron las enfermedades, las presiones financieras, el mucho trabajo, el cansancio, el estres, etc, etc.

Al paso de los años María comenzó a sentir que Carlos no contaba con ella en las decisiones importantes de la casa, negocios, vacaciones, planes y proyectos conjuntos. Las decisiones relacionadas con los hijos, él era el que tomaba siempre las desiciones. Las finanzas eran administradas por él porque él era el hombre de la casa. El no hacía mas que mandar en la casa, tratarla mal verbalmente, humillarla, decirle lo que tenía que hacer y no hacer y cuestionarla sobre sus salidas. Al cabo de unos años, María habló varias veces sobre el problema del asunto. Pese a las promesas de cambio, no cambió su comportamiento.

María se sentía cada día más consternada, se sentía más marginada, exluida, herida porque se sentía que no era importante en los asuntos de su marido. Experimentó menos precio, sentimientos de que no era parte integrante del hogar. Sentía que no se le respetaba como persona. Llegó a perder el cabello, a perder peso y cayó en una gran depresión, terminó internada en hospital psiquiátrico. Hasta que llegó finalmente la separación. Carlos no agredía fisicamente, pero la agredía psicologicamente. Carlos se creía el supuesto “jefe” de la familia, el manda más, el capitán, el sabelotodo, las típicas ideas machistas.

Para prevenir el abuso contra la mujer, sea físico o emocional, entre otra cosas, los hombres y las mujeres necesitamos educarnos o reeducarnos sobre la igualdad del hombre y la mujer, exigir la implementación de cursos en las escuelas secundarias sobre la violencia contra la mujer. Los hombres ser autocriticos en nuestros papeles como novio, compañero o esposo. Las mujeres no tolerar la violencia y los hombres debemos tirar al cesto de basura las ideas y conceptos machistas basados en algunas costumbres y tradiciones opresivas que destruye a los abusadores y a sus víctimas así como a sus hijos. En una pareja debe prevalecer la ética del respeto por ensima de todo.