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NACIONAL

Cristo expulsa los mercaderes hoy

Roberto Torres Collazo
Siglo21
Nueva Inglaterra, EEUU
3 de Octubre de 2011

El Templo de Jerusalén en los tiempos de Jesús no era solamente un espacio religioso, de sacrificios, ritos, purificación y de oración, también muy vinculado a la banca, el mercado y la autoridad política. El Templo representaba la fuente más importante de ingresos, de él vivían la nobleza sacerdotal, los sacerdotes inferiores, los empleados como guardias, músicos, albañiles, etc, etc. Proporcionaba ingentes recursos económicos de las donaciones, del comercio de los animales para las víctimas, de los impuestos, de la remisión de votos y promesas, de la gestación de sus bienes inmobiliarios y otros.

El tesoro del Templo se usaba en parte para los gastos del mantenimiento y diversas operaciones financieras. Era el centro del movimiento económico del país. En él se reunía la clase política como el Sumo Pontífice, que presidía el Sanedrín desde Anás (4 d.c.) el personaje más importante de la nación. Junto a estos estaban los escribas y ancianos. Simultáneamente estaban en aquella época estrechamente relacionados, lo religioso, lo económico y lo político.

En ese contexto histórico puede interpretarse el relato de Jesús cuando expulsa a los mercaderes del Templo. La actitud de Jesús sobre el Templo fue de desconfianza sobre los manejos políticos y económicos que se producían en ese lugar sagrado. Es muy posible que haya observado antes de expulsarlos, las mentiras, injusticias e hipocresías de los mercaderes, para obtener grandes ganancias a consta del ciudadano común y corriente. De aquí que los sacó a latigazos del Templo.

Mt. 21-12-13, Mc. 11,15-18, Lc. 19-45-46, SJ.2. Los cuatro Evangelios coinciden esencialmente en que: “Estaba cerca la Pascua de los judíos; y subió a Jerusalén, y halló en el templo a los que vendían bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas allí sentados. Y haciendo un azote de cuerdas, echó fuera del templo a todos, y las ovejas y los bueyes; y esparció las monedas de los cambistas, y volcó las mesas; y dijo a los que vendían palomas: ‘Quitad de aquí esto, y no hagan de la casa de mi Padre casa de mercado. Mi casa es casa de oración; más ustedes la han hecho una cueva de ladrones’”.

Ese gesto de Jesús debió haber provocado la ira del poder político, económico y religioso del Templo. Las mentiras, las hipocresías e injusticias no hacen daño a Dios en sí mismo, sino a quien lo hace y a los otros. De aquí el coraje de el Mesías. El Maestro no estaba defendiendo el culto y a Dios, sino a las víctimas de los mentirosos, hipócritas y corruptos que sólo piensan en el dios dinero.

Cuando comenzó la crisis económica en el 2008 en Estados Unidos, como producto de los presuntos errores de la banca, Wall Street y los políticos corruptos, donde el gobierno con nuestros impuestos contributivos salvó las instituciones financieras, tuvo irónicamente como resultado que tiraran a la calle al desempleo a los mismos que les salvaron.

Algunos destacados y reconocidos economistas sugieren que en el camino a la explosión de la crisis hubo robos, lavado de dinero, manipulación de libros de contabilidad, compra de políticos, engaños, mentiras e hipocresías, y nadie está preso.

En el “templo” de Wall Street que representa las corporaciones, en la Reserva Federal (reúne 12 grandes bancos privados) y en Washington, son muchos los que le rinden culto al dios dinero y le oran al neoliberalismo, aunque digan lo contrario.

Si Jesús de Nazaret estuviera físicamente entre nosotros les diría que han hecho del mundo creado por su Padre, una cueva de ladrones que le rinde culto al dios dinero y le ora al neoliberalismo. Hoy no tomaría un látigo, pero protestaría en las calles contra la corrupción financiera y política. Estaría de lado de los que denuncian públicamente a los mercaderes de Wall Street, la banca y aquellos políticos corruptos. Lo llamarían “comunista”, loco y después lo meterían en prisión.