MUNDIALLa muerte del supuesto héroe y "disidente" en CubaFuente: Granma
27 Febrero de 2010
¿Para quién la muerte es útil? Enrique Ubieta Gómez. La absoluta carencia de mártires que padece la contra revolución cubana, es proporcional a su falta de escrúpulos. Es difícil morirse en Cuba, no ya porque las expectativas de vida sean las del PrimerMundo —nadie muere de hambre, pese a la carencia de recursos, ni deenfermedades curables—, sino porque impera la ley y el honor.
Los mercenarios cubanos pueden ser detenidos y juzgados según leyesvigentes —en ningún país pueden violarse las leyes: recibir dinero ycolaborar con la embajada de un país considerado como enemigo; en Estados Unidos, por ejemplo, puede acarrear severas sanciones deprivación de libertad—, pero ellos saben que en Cuba nadie desaparece,ni es asesinado por la policía.
No existen "oscuros rincones" parainterrogatorios "no convencionales" a presos-desaparecidos, como losde Guantánamo o Abu Ghraib. Por demás, uno entrega su vida por un ideal que prioriza la felicidad de los demás, no por uno que priorizala propia. En las últimas horas, sin embargo, algunas agencias de prensa y gobiernos se han apresurado en condenar a Cuba por la muerte en prisión, el pasado 23 de febrero, del cubano Orlando Zapata Tamayo.
Toda muerte es dolorosa y lamentable. Pero el eco mediático se tiñe esta vez de entusiasmo: al fin —parecen decir—, aparece un "héroe". Por ello se impone explicar brevemente, sin calificativosinnecesarios, quién fue Zapata Tamayo. Pese a todos los maquillajes,se trata de un preso común que inició su actividad delictiva en 1988.Procesado por los delitos de "violación de domicilio" (1993),"lesiones menos graves" (2000), "estafa" (2000), "lesiones y tenenciade arma blanca" (2000: heridas y fractura lineal de cráneo alciudadano Leonardo Simón, con el empleo de un machete), "alteracióndel orden" y "desórdenes públicos" (2002), entre otras causas en nada vinculadas a la política, fue liberado bajo fianza el 9 de marzo del2003 y volvió a delinquir el 20 del propio mes.
Dados sus antecedentesy condición penal, fue condenado esta vez a 3 años de cárcel, pero la sentencia inicial se amplió de forma considerable en los añossiguientes por su conducta agresiva en prisión. En la lista de los llamados presos políticos elaborada para condenar a Cuba en el 2003 por la manipulada y extinta Comisión de Derechos Humanos de la ONU, no aparece su nombre —como afirma, sin verificarlas fuentes y los hechos, la agencia española EFE—, a pesar de que suúltima detención coincide en el tiempo con la de aquellos. De haber existido una intencionalidad política previa, no hubiese sido liberadoonce días antes. Ávidos de enrolar a la mayor cantidad posible desupuestos o reales correligionarios en las filas de la contrarrevolución, por una parte, y convencido por la otra de lasventajas materiales que entrañaba una "militancia" amamantada por embajadas extranjeras, Zapata Tamayo adoptó el perfil "político"cuando ya su biografía penal era extensa.
En el nuevo papel fue estimulado una y otra vez por sus mentorespolíticos a iniciar huelgas de hambre que minaron definitivamente suorganismo. La medicina cubana lo acompañó. En las diferentesinstituciones hospitalarias donde fue tratado existen especialistasmuy calificados —a los que se agregaron consultantes de diferentes centros—, que no escatimaron recursos en su tratamiento. Recibióalimentación por vía parenteral.
La familia fue informada de cadapaso. Su vida se prolongó durante días por respiración artificial. Detodo lo dicho existen pruebas documentales. Pero hay preguntas sin responder, que no son médicas. ¿Quiénes y porqué estimularon a Zapata a mantener una actitud que ya eraevidentemente suicida? ¿A quién le convenía su muerte? El desenlacefatal regocija íntimamente a los hipócritas "dolientes". Zapata era elcandidato perfecto: un hombre "prescindible" para los enemigos de la Revolución, y fácil de convencer para que persistiera en un empeñoabsurdo, de imposibles demandas (televisión, cocina y teléfonopersonales en la celda) que ninguno de los cabecillas reales tuvo lavalentía de mantener. Cada huelga anterior de los instigadores habíasido anunciada como una probable muerte, pero aquellos huelguistassiempre desistían antes de que se produjesen incidentes irreversiblesde salud. Instigado y alentado a proseguir hasta la muerte —esosmercenarios se frotaban las manos con esa expectativa, pese a losesfuerzos no escatimados de los médicos—, su nombre es ahora exhibidocon cinismo como trofeo colectivo. Como buitres estaban algunos medios —los mercenarios del patio y laderecha internacional—, merodeando en torno al moribundo. Su deceso esun festín. Asquea el espectáculo.
Porque los que escriben no seconduelen de la muerte de un ser humano —en un país sin muertes extrajudiciales—, sino que la enarbolan casi con alegría, y lautilizan con premeditados fines políticos. Zapata Tamayo fuemanipulado y de cierta forma conducido a la autodestrucciónpremeditadamente, para satisfacer necesidades políticas ajenas. ¿Acasoesto no es una acusación contra quienes ahora se apropian de su"causa"? Este caso, es consecuencia directa de la asesina políticacontra Cuba, que estimula a la emigración ilegal, al desacato y a laviolación de las leyes y el orden establecidos. Allí está la únicacausa de esa muerte indeseable. Pero, ¿por qué hay gobiernos que se unen a la campaña difamatoria, sisaben —porque lo saben—, que en Cuba no se ejecuta, ni se tortura, nise emplean métodos extrajudiciales? En cualquier país europeo puedenhallarse casos —a veces, francas violaciones de principios éticos—, notan bien atendidos como el nuestro.
Algunos, como aquellos irlandesesque luchaban por su independencia en los años ochenta, murieron enmedio de la indiferencia total de los políticos. ¿Por qué haygobernantes que eluden la denuncia explícita del injusto confinamientoque sufren Cinco cubanos en Estados Unidos por luchar contra elterrorismo, y se apresuran en condenar a Cuba si la presión mediáticapone en peligro su imagen política? Ya Cuba lo dijo una vez: podemosenviarles a todos los mercenarios y sus familias, pero que nosdevuelvan a nuestros Héroes. Nunca podrá usarse el chantaje políticocontra la Revolución cubana. Esperamos que los adversarios imperiales sepan que nuestra Patria nopodrá ser jamás intimidada, doblegada, ni apartada de su heroico ydigno camino por las agresiones, la mentira y la infamia.
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