MUNDIALUn mensaje de alegríaPor Roberto Torres Collazo
Editor del colectivo Cambio Social, Brasil
18 de Abril de 2025
La fe se fundamenta en la resurrección de Jesús que nos trae (o debe) traernos, entre otras, alegría, porque Dios le dio la razón a Jesús. Los rechazos a manos de los líderes religiosos, políticos, las incomprensiones, la persecución, la tortura y su asesinato no pudieron contra él. Como acertadamente dice san Pablo, “Si Cristo no resucitó, vana es nuestra fe” I Corintios 15,14.
El Nuevo Testamento insiste en la alegría con diferentes matices, júbilo, gozo, felicidad. No es una alegría pasajera, comercial, de solo momentos de diversión o especiales, sino una alegría espontanea, duradera y profunda. Alegría que inunda al seguidor y seguidora, “Pero ahora voy a ti y estando todavía en el mundo digo estas cosas para tengan en ellos la plenitud de mi alegría” Juan 17,13. También Juan 16,24b, “Pidan y recibirán, así conocerán el gozo completo”.
¿De dónde viene esa alegría? del amor. Amor y alegría son inseparables. Amor entendido como ágape, no eros. Ágape es compartir la mesa destinada a la unión fraternal y eros está relacionado a la pasión física. “Les he dicho esto para que compartan mi alegría y su alegría sea total” Juan 15,11. Las cristianas y cristianos movidos por la alegría de estar unidos a Jesús comparten la alegría con los demás, “Les hablo así mientras estoy en el mundo para que los inunde mi alegría” Juan 17,13.
Nos preguntamos, ¿cómo hablar de alegría en un mundo lleno de dolores, sufrimientos y muerte? Sinceramente no tengo respuesta. Lo que sí sabemos es que podemos contagiar con nuestros hechos concretos la fe, el ánimo, la alegría, la esperanza, la paz, en una palabra, el amor.
La alegría puede mantenerse en medio de las crisis, cualquiera que sea ésta. Cuenta Hechos de los Apóstoles 5,41 “Los apóstoles salieron del Consejo muy alegres por haber sido considerados dignos de sufrir por el Nombre de Jesús”. Se refiere a cuando varios discípulos fueron arrestados, torturados y encarcelados por predicar a Jesús. En las crisis, el Espíritu de Dios nos puede dar paz para mantenerse sereno y enfrentar las crisis.
El Viernes Santo fue una gran frustración para las y los discípulos, frustración que recoge el relato de los discípulos de Emaús, “¡Nosotros esperábamos que fuera el libertador de Israel!” Lucas 24,21. En cambio las mujeres, las primeras testigos de la resurrección, le llevaron con alegría inmensa, miedo y paz la buena noticia de que Jesús está vivo, “Ellas se fueron al instante del sepulcro, con temor, pero con alegría inmensa a la vez y corrieron a llevar la noticia a los discípulos” Mateo 28,8.
En I Tesalonicenses 5,16 nos dice, “Esten siempre alegres”, nos anima a estar alegres y simultáneamente el Espíritu del Resucitado nos llena por dentro de alegría. “Estén siempre alegres en el Señor, se lo repito, estén alegres y tengan buen trato con los otros” Filipenses 4,4. La resurrección de Cristo es el anticipo de nuestra resurrección personal y de la escatología, es decir, la transformación del mundo para la solidaridad, la fraternidad, la paz, la justicia, la igualdad en el futuro de la historia que tenemos que comenzar a preparar aquí y ahora, no en la “otra vida”. Ese futuro lo recoge poéticamente el profeta Isaías 11,6-9:
“Entonces el lobo y el cordero se irán juntos
El puma se tumbará con el cabrito,
Y el ternero comerá al lado del león;
Un chiquillo los pastorea;
La vaca pastará con el oso,
Sus crías se tumbarán juntas,
El león comerá pasto, igual que el buey.
…. No cometerán el mal, ni dañarán a su prójimo
En todo mi Cerro santo, pues como llenan las aguas el mar,
Se llenará la Tierra del conocimiento de Dios”
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