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MUNDIAL

PALESTINA y PUERTO RICO: dos Naciones bajo el yugo colonial

Por Antonio Camacho
Prensa Sin Censura
24 de octubre de 2024

Existen muchas semejanzas en la situación geopolítica de Palestina y la de Puerto Rico. Sin embargo, para que podamos hacer una comparación objetiva, necesariamente, tenemos que hablar del imperialismo, de su naturaleza y de su empeño desmedido de controlar y someter al mundo a sus intereses.

También tenemos que hacer mención del motor que impulsa a ese imperialismo; el sistema capitalista depredador. Un sistema cuyo principal objetivo es maximizar el capital, y cualquier otra consideración, como la vida humana, la dignidad humana, los derechos humanos, la libertad y autonomía de los pueblos, el derecho internacional, la protección de la naturaleza, etc., pasan a un segundo término, y son pisoteados tan pronto se convierten en obstáculos a la explotación capitalista.

Debemos resaltar, también, que la tan cacareada democracia y defensa de los derechos humanos en una nación imperialista, llámese Estados Unidos, Inglaterra o cualquier otra, no es otra cosa que una cortina de humo para ocultar sus desmanes, como son las invasiones y agresiones contra otros pueblos, la explotación monumental de sus recursos, actos genocidas, burla a los derechos humanos.

Y, sobre todo, una cortina de humo para esconder la verdadera naturaleza de la clase dirigente imperialista; su egoísmo, su crueldad, su autopercepción prepotente de raza superior y, por tanto, creerse bendecida por una providencia para dirigir, dominar al mundo y explotarlo a su antojo.

Es bien indignante la desfachatez de una ínfima minoría que apela a los supuestos valores democráticos y a un mundo basado en reglas para imponer su visión distorsionada del mundo.

Palestina y Puerto Rico, como estados coloniales, invadidos y sometidos por los intereses imperiales, tienen muchas similitudes. En primer lugar, debemos destacar que ambas naciones, debido a su ubicación geográfica, son víctimas del expansionismo imperialista norteamericano en su agenda de dominación mundial y de sus recursos.

Puerto Rico, llamado por los navegantes españoles la llave de las Antillas y considerado por los altos mandos militares gringos como el Gibraltar de Estados Unidos en el Caribe, con la costa norte bordeada por el Océano Atlántico y la costa sur por el Mar Caribe, es la cabeza de playa ideal para controlar los países latinoamericanos y salvaguardar el Canal de Panamá.

La invasión y posterior ocupación de la nación puertorriqueña en gran medida le facilitó a Estados Unidos el control político de América Latina y la explotación de sus recursos naturales. De las bases estadounidenses en la Isla salieron gran parte de las fuerzas militares que invadieron, derrocaron gobiernos y apoyaron dictaduras en nuestro continente.

Igualmente, Palestina con una llanura costera mediterránea de más de 187 kilómetros, con frontera con cuatro países, es la cabeza de playa perfecta para controlar el Medio Oriente, apoderarse de sus recursos y salvaguardar el Canal de Suez.

Por tal razón, la creación artificiosa del estado de Israel le ha permitido a Estados Unidos y a Gran Bretaña el control político de la mayoría de los países del Medio Oriente, de sus rutas comerciales y de sus recursos naturales, especialmente el petróleo y el gas.

Pero mucho más significativo aún, le ha permitido fragmentar las naciones árabes y sembrar cizaña entre ellas para acentuar sus contradicciones y evitar a toda costa la unidad del mundo árabe y musulmán.

Además, tanto los palestinos como los puertorriqueños han sido desplazados de sus tierras y sometidos a la transculturación. Más de la mitad de la población de ambas naciones vive en el exterior.

A pesar de que la lucha y el sacrificio del pueblo puertorriqueño no se puede comparar al historial de lucha del pueblo palestino con sus apabullantes pérdidas humanas y materiales, ambos pueblos han sufrido los desmanes del imperialismo, y como naciones ocupadas han recurrido al derecho inalienable de la lucha armada como medio de lograr su independencia.

Puerto Rico tuvo el levantamiento nacionalista bajo la dirección del prócer Don Pedro Albizu Campos y sus militantes fueron masacrados por las fuerzas armadas norteamericanas en Rio Piedras, Jayuya y Ponce.

A los puertorriqueños, por muchos años, se le prohibió enarbolar la bandera nacional y en las escuelas públicas hablar nuestro idioma, el español. Y al igual que a los palestinos en Israel, la persecución de los independentistas, el satanizarlos, ficharlos y asesinarlos fueron parte de la estrategia colonialista para doblegar su voluntad y someterlos al yugo imperial.

En ambas naciones se han establecido gobiernos títeres autoproclamados democráticos a sabiendas que, en un país ocupado, donde las decisiones más importantes las toma el opresor, la democracia es una mentira.

Gobiernos títeres y sus sistemas eleccionarios, diseñados especialmente para suprimir los anhelos de libertad de las masas y destruir su conciencia revolucionaria.

En Puerto Rico crearon la falacia del Estado libre Asociado, que ni es libre, ni es estado, ni es asociado, sino una colonia sujeta a los poderes absolutos del Congreso imperial. Y en Palestina, La Autoridad Nacional Palestina cuya autoridad era sólo de nombre no de facto.

Por último, podemos decir que la lucha por la liberación nacional en ambas naciones ha estado plagada de fragmentación, luchas internas, liberalismo y culipandeo. Pero lo que más ha afectado a ambas luchas han sido las posiciones reformistas y cobardes de los sectores más acomodados y en contubernio con el opresor.

Sectores, siempre predispuestos a conformarse con migajas políticas e inclinados más a sus mezquinos intereses que a la nación como una totalidad.

*Los puertorriqueños tenemos mucho que aprender de los palestinos.

La libertad de la patria no es gratuita, demanda mucho sacrificio y se abona con sangre no con votos.

* (El derecho internacional reafirma la legitimidad de la lucha de los pueblos por la independencia, la integridad territorial, la unidad nacional y la liberación de la dominación colonial y extranjera y de la ocupación foránea por todos los medios a su alcance, incluida la lucha armada.)

(Resolución A/RES/37/43 de Naciones Unidas)