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MUNDIAL

La emigración puertorriqueña a Estados Unidos

La lenta agonía de la esperanza
La emigración masiva revela una crisis monumental en la sociedad puertorriqueña

POR BENJAMÍN TORRES GOTAY

MUCHAS VECES va la familia completa, o lo que queda de ésta acá en Puerto Rico, a despedirlos. Se les ve sobrecogidos, acongojados, apretándose fuerte unos a otros, forzándose a sonreír más con los ojos que con la boca, diciendo el triste `hasta luego’ que realmente encierra un adiós.

La escena se ve a diario, a toda hora, en el aeropuerto Luis Muñoz Marín. Son los puertorriqueños y puertorriqueñas que, habiéndose rendido en el empeño de labrarse su futuro en la tierra que los vio nacer, se van a Estados Unidos a buscar lo que aquí no han encontrado.

Cifras de la Oficina del Censo de Estados Unidos dadas a conocer esta semana revelan que durante la última década aumentó en 1.2 millones la cantidad de puertorriqueños y puertorriqueñas en Estados Unidos. En los pasados diez años, 500,000 se han ido de aquí, 50,000 por año. Esto ha desembocado en que en este momento haya 900,000 puertorriqueños más en Estados Unidos que aquí.

Esta gravísima revelación se ha tomado a la ligera. Pero cuando se le mira su sentido más profundo se da cuenta uno que se trata de una situación verdaderamente inquietante, pues revela, sobre todo, la poca esperanza que miles de los que vivimos aquí le tenemos en esta coyuntura histórica a nuestro propio país.

Las emigraciones masivas como ésta que vivimos en Puerto Rico no son un fenómeno extraño. Desde que el mundo es mundo, incontables seres humanos se desplazan de un país a otro huyéndole a algo que no les gusta o buscando un mejor porvenir en tierras extrañas.

Mas cuando se examinan las experiencias de otros países que experimentan situaciones como ésta se da cuenta uno de las ominosas señales que este evento encierra, y de lo mal que habla este asunto de nuestro país. Casi sin excepción, las emigraciones masivas a lo largo de la historia se han debido a grandes conflagraciones como guerras, hambrunas, dictaduras, genocidios y otras calamidades de esa magnitud.

En Latinoamérica, el país que con más crudeza vive este fenómeno actualmente es El Salvador, con dos de sus seis millones de nacionales viviendo fuera de sus fronteras. El Salvador, recordemos, no solo es un país tremendamente pobre, uno de los más pobres de América Latina, sino que en la década de los 80 vivió una cruenta guerra civil que dejó como saldo 75,000 muertos desaparecidos.

En el resto del mundo hay muchos otros ejemplos en ésta y otras épocas, como las grandes migraciones europeas producto de la primera y segunda guerra mundial y los masivos desplazamientos ocasionados por las hambrunas, las guerras y los genocidios en África, todos, como podemos ver, resultado de eventos catastróficos.

Probablemente no haya ningún ejemplo en la historia de la humanidad de un país próspero y en paz del que sus ciudadanos salgan masivamente hacia otro sitio.

En Puerto Rico, la emigración masiva, como sabemos, no es nueva, pues prácticamente desde la invasión estadounidense en 1898 comenzó a ser fomentada por el Estado, especialmente a partir de la década de los 50. Pero las cifras del censo revelan que el fenómeno ha alcanzado una intensidad sin precedente durante los últimos diez años, causando, entre otras cosas, un descenso de 82,000 personas en la población de la Isla, otra característica esta, la reducción de la población, que sólo comparten los países en decadencia.

Este es un problema mucho más grave de lo que imaginamos o hemos querido creer que es y las razones no hay que ser ningún científico social para encontrarlas.

Puerto Rico, como sabemos, no ha vivido ninguna conflagración particular.

Pero a partir de la década de los 70 se han ido deteriorando todos los indicadores de calidad de vida, como el imparable aumento en la incidencia criminal, la impunidad, el desprestigio de las instituciones públicas, la corrupción, el desplome de la economía, el desempleo que no baja y el resquebrajamiento del sistema educativo a todos los niveles, entre muchas otras señales.

Todo eso junto es nuestra propia conflagración, nuestra propia guerra civil.

La emigración masiva facilitada en nuestro caso por el libre tránsito a Estados Unidos ha sido una válvula de escape que ha evitado una explosión social como las ocurridas en otros países que han vivido deterioros como éste. Pero también nos ha hecho desentendernos de las gravísimas consecuencias que tiene el que, sin darnos cuenta, el país prácticamente se nos esté vaciando.

Los resultados, pues, son incontables familias rotas por la emigración de algunos de sus miembros, una sociedad en la que cada día hay menos gente apta enfrentar los inmensos retos que tenemos y lenta agonía de la esperanza en un país mejor.


Partido Independentista Puertorriqueño(PIP)

Puerto Rican Independence Party

Comité de NuevaYork/New York Committee

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