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MUNDIAL

EL rostro del crucificado

Por Roberto Torres Collazo
Editor del Colectivo Cambio Social, Brasil
21 de Marzo de 2024

En ocaciones vemos una cruz y puede parecernos un símbolo religioso más. No obstante ese crucifijo mirado desde la fe y el amor puede invocar sentimentos y pensamientos de solidaridad, entrega y confianza.

Mirar el rostro del crucificado nos puede mover a enfrentar con nueva luz nuestras propias cruces, es decir, enfrentar sabiamente nuestras crisis y probremas por muy duros que sean. Podemos encontrar renovadas fuerzas en el abandono y la confianza de Jesús en su PadreMadre Dios.

Sus brazos, aún estando clavados estan abiertos para abrazarnos incondicionalmente. Pese a estar clavados sus pies, camina con nosotros y nosotras. Nos acompaña en los sufrimientos, dolores y aspiraciones de la historia. No nos deja solos o solas.

Los ojos del crucificado apagados por la muerte, no impide su ternura y compasión, aún cuando seamos pecadores y pecadoras. Nos acepta tal como somos, con nuestros grandes defectos y grandes virtudes. Él cree en nuestro potencial. El ser humano puede tocar fondo pero en cualquier momento puede levantarse desde las cenizas como el ave fénix.

Su desnudez sugiere que desnudemos nuestra alma y corazón con plena confianza en Él. Nos nos abandona. Podemos caer muchas veces, como el crucificado cayó en el camino a la cruz, nos perdona siempre y nos ama locamente. Él mejor que nadie conoce nuestro interior y toda nuestra vida, nada lo asombrará.


Su asesinato en la cruz fue resultado de su vida profética, o sea, de sus denuncias contra los poderosos de su época. La cruz era la pena capital contra los rebeldes (Cicerón). Su grito en la cruz, Marcos 15,33-34, fue el grito de todos los crucificados por las guerras, el hambre, la miseria, los genocidios, las torturas, la migración indocumentada, el racismo, la corrupción, el coloniaje, del pasado y del presente. Se dice que murió por nuestros pecados, el problema con esta afirmación de san Pablo es que infunde sentimientos de culpa y miedo, sentimientos muy frecuentemente usados por algunos líderes cristianos para controlar las masas. En adicción, su sacrificio es su mayor acto solidario con los pueblos crucificados por los sistemas de dominación y mecanismos de exclusión.

Su resurrección significa que Jesús está vivo como bien afirmaron sus discípulas, Marcos 16, 1-8. Que el mal no existe para ser comprendido, sino para ser enfrentado y superado. Que no todo está perdido, que siempre hay esperanza porque Dios resucitó a Jesús y nos resucitará también a nosotros. Nos viene a decir que la última palabra en la historia no la tiene los dolores, las lágrimas ni la muerte sino la Vida, donde Cristo triunfará definitivamente, nos toca a nosotras y nosotros hoy prepararar activamente el material para el futuro establecimiento del reinado de Dios en el mundo, no en la “otra vida”.

Referencias

Acosta, Tamayo, J. J. Director. (2000). [2da. Edición]. Varios. 10 Palabras Clave Sobre Jesús de Nazaret. Editorial Verbo Divino: España.

Cabestrero, T. (2015). Jesús; el hombre que amó como Dios. Editorial Desclée de Brouwer: España.

Echegaray, H. (1982). La Práctica de Jesús. Editorial Sígueme: España.

Martini, M. C. (2012). Creo en la Vida Eterna. Editorial San Pablo: España.

Mesters, C. (2000). Con Jesús, ¿sí o no?. Editorial Verbo Divino: España.

Pérez, A. B. (2018). La Revolución de Jesús; el proyecto del reino de Dios. Editorial PPC: Unión Europea.