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NACIONAL

Sigue el derrumbe en cámara lenta

Paul Krugman
Mirada al mundo
08 de agosto de 2008
Fuente: El Universal, México

Paul Krugman
Premio Nobel de Economia 2008

Hace un año, cuando la forma de la actual crisis financiera empezaba a delinearse, sugerí que esta crisis, a diferencia de la crisis superficialmente similar de 1998, no terminaría rápidamente

No ha terminado. La buena noticia, supongo, es que hemos sufrido una especie de derretimiento en cámara lenta, sin dramáticos “viernes negros” ni cosas así. La forma gradual en que se ha desarrollado la crisis ha provocado un debate más bien bizantino entre economistas acerca de si lo que estamos padeciendo realmente merece el nombre de “recesión”.
Sin embargo, incluso una crisis en cámara lenta puede infligir enormes daños si se prolonga por un año... y contando.

Los precios de las casas descendieron alrededor de 16% el último año, y no muestran indicios de estarse estabilizando. Las penurias derivadas de este declive se han extendido ampliamente: millones de familias estadounidenses no compraron títulos respaldados por hipotecas ni han perdido sus casas, pero de todos modos han quedado empobrecidas por la destrucción de gran parte o todo el valor de sus viviendas.

Entre tanto, el mercado laboral se ha deteriorado incluso más de lo que uno pensaría dado el aumento de la tasa básica de desempleo. La medida más amplia del desempleo, que toma en cuenta el número cada vez más alto de trabajadores obligados a aceptar recortes en horas pagadas y salarios, subió de 8.3% a 10.3% en el último año, alcanzando casi su nivel máximo de hace cinco años.

Y no hay fin a la vista para los pesares.

Ben Bernanke y sus colegas en la Reserva Federal (Fed) han disminuido repetidamente desde septiembre pasado las tasas de interés que tienen bajo su control. Pero no han logrado reducir los costos del crédito para el sector privado. Las tasas hipotecarias se ubican más o menos en el mismo nivel que el verano pasado, y las tasas de interés que muchas corporaciones deben pagar de hecho se han incrementado. Así que la política de la Fed no ha hecho nada para alentar la inversión privada.

El problema es el temor: el financiamiento del sector privado se ha secado porque los inversionistas, perjudicados por sus pérdidas con títulos que supuestamente eran seguros, ahora están renuentes a comprar cualquier cosa que no esté garantizada por el gobierno de Estados Unidos. Y la proliferación de paquetes de rescate especiales —como el de Bear Stearns o el de Fannie y Freddie— bien puede haber disipado el pánico, pero no ha logrado restablecer la confianza.

Ah, y esas devoluciones fiscales que el Congreso y la Casa Blanca acordaron enviar por correo, ya generaron cualquiera que fuera el beneficio que se esperaba. Mirando adelante, es difícil ver cómo los consumidores pueden mantener el gasto incluso a su tasa actual, lo que significa que las cosas se pondrán considerablemente peor antes de mejorar.

¿Qué más se puede hacer en materia de política pública? La Fed ya “disparó” prácticamente todas sus balas: nadie piensa que recortes adicionales de las tasas puedan hacer gran cosa (y un sector de la Fed quiere elevar las tasas para combatir la inflación).

Y tampoco puede ni debe hacerse mucho más para respaldar los precios de las casas, que siguen siendo demasiado altos ajustados a la inflación. Tampoco puede Washington impedir que se mantenga el estrangulamiento de crédito: instituciones financieras demasiado grandes y subcapitalizadas tienen que poner sus préstamos bajo control, y no es realista esperar que el sector público compense la situación en todos los casos, especialmente cuando instituciones cuasipúblicas como Fannie y Freddie también sufren problemas.

En cambio, sí existen argumentos válidos para implementar un paquete de estímulos fiscales nuevo y más serio como una forma de mantener el empleo en tanto los mercados terminan de asimilar los efectos de la burbuja inmobiliaria. El “plan de emergencia económica” que Barack Obama anunció la semana pasada es una medida en la dirección correcta, aunque me hubiera gustado que fuera más amplio y atrevido.

Pese a esto, Obama ofrece más que John McCain, cuya política económica equivale a “mantener el rumbo”.

Por cierto, resulta sorprendente que la pésima economía no haya tenido un mayor efecto sobre la campaña. McCain propone en esencia continuar las políticas de un presidente cuya tasa de aprobación en materia de economía es de apenas 20%. ¿Por qué entonces no está Obama mucho más adelante en las encuestas?

Una respuesta podría ser que Obama, quizá inhibido por su deseo de trascender el partidismo (¿y evitar encomiar al anterior presidente demócrata?), ha sido asombrosamente tímido para atacar el historial económico de Bush. Un ejemplo: si visita el sitio web oficial de Obama y da clic en la página sobre asuntos económico, lo primero que ve no es una convocatoria al cambio, sino una larga declaración del candidato elogiando las maravillas del libre mercado que fácilmente podía haber sido extraída de un discurso del presidente Bush.

Bueno, regresemos a la economía. Esa columna que escribí sobre las primeras etapas de la crisis financiera llevó el título de “Cosas muy atemorizantes”. Un año después, con la crisis aún en curso, está claro que tuve razón de sentir temor. (Traducción: Gregorio Narváez)

Acerca del autor.

Uno de los economistas más destacados del mundo. Autor de más de 18 libros y columnista estrella del New York Times, ha pasado toda su vida académica investigando y dando clases en Yale, Stanford, MIT y actualmente Princeton. Krugman escribe, según sus propias palabras, para incomodar a la gente. "Si una columna no genera inquietud al leerla, entonces el autor ha malgastado el espacio. Esto es particulamente cierto en economía, donde todos tienen fuertes puntos de vista, pero pocos se detienen a reflexionar sobre ellos".